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Ofrecimiento de un día de enfermedad

Señor: comienzo un nuevo día y me hallo todavía enfermo, entre estas cuatro paredes. Cuando tenía salud no sabía apreciar la alegría de levantarme de un salto y abrir las cortinas para que penetrase a raudales la luz del sol. No apreciaba la felicidad que supone ofrecerte mi cuerpo que despertaba, mis ojos, mis brazos, todos mis miembros, y prepararme a una nueva jornada de trabajo. Ha sido necesaria esta enfermedad, Señor, para comprender mejor que la salud es un don de tus manos y que yo era un ingrato.

Para reparar mi indiferencia de entonces te ofrezco mi cuerpo enfermo, mis dolores, mis horas de insomnio, en fin, este largo día que me espera. Desde ahora uno mis sufrimientos a los tuyos por las siguientes intenciones (se ofrecen las intenciones personales).

Te ofrezco las alegrías que me procurarán los que me visiten. Te agradezco las atenciones que voy a recibir de los que me cuidan. También te ofrezco esos momentos en que me sentiré solo y un poco olvidado, mientras la vida sigue su curso alrededor de mí; haz que entonces sea feliz en tu compañia.

Concédeme en cada instante de este día la fuerza para aceptar la prueba del sufrimiento sin rebelarme, que sea un enfermo fácil de cuidar; que dé buen ejemplo con mi paciencia, delicadeza y disponibilidad. Que sepa mostrarme agradecido. Y que así me presente como discípulo tuyo, Señor Jesús, durante mi enfermedad.

Así sea.