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Oración de un minusválido

¡Oh Señor! desde mi invalidez me acerco a Ti. Cuando todos sonríen, yo a veces lloro en silencio, Mientras todos se mueven, yo descanso en una quietud forzosa, más fatigosa que el mismo trabajo.

Haz, Señor, que yo comprenda la sublime fuerza misionera del dolor unido al de Cristo. Acepto este estado en que me encuentro y lo ofrezco por el aumento de las vocaciones sacerdotales, por los que no conocen a Cristo y por los pecadores. Por ellos te ofrezco mi invalidez, mis dolores, mi frecuente soledad. Recoge, Señor, en tus manos clavadas en la cruz mi inutilidad y dale una eficacia redentora y universal.

Amén.