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Oración del anciano

Señor me van faltando las fuerzas. Mis ojos ya no tienen la agudeza de antes, mis oídos lo mismo que mis manos se van haciendo cada día más torpes. Mis pies, lentos y cansados, me recuerdan a cada paso que ya he pasado por muchos calendarios.

Debo reconocer que quienes tienen menos años que yo hacen las cosas de mejor modo.

Pero también sé aceptarme así, con las limitaciones de la edad, obedezco tu sabiduría que lo ha dispuesto todo para bien de los que amas y que las variantes de la existencia son oportunidades para crecer en madurez humana y cristiana.

Dame, Señor, fortaleza para aceptar mis debilidades y discreción para no cansar a los demás con mis quejas y la enumeración de mis achaques; e igualmente para saberme retirar a tiempo y dar paso otros mejor dispuestos física o mentalmente. Alguien decía que, a veces, ya es mucho, no estorbar.

Que, a pesar de mis dolores, me interese por las alegrías y las necesidades de los demás. Y, finalmente, te pido que el valor bíblico del anciano Eleazar, me mueva a ser ejemplo de fidelidad a mi condición de ser humano y cristiano.