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Oración del conductor

Los conductores tenemos a María, la Virgen del Carmen como nuestra Patrona.

Cada año recordamos con cariño a la buena Señora. Y de verdad que necesitamos de su protección porque no es poca hazaña rodar por la difícil geografía colombiana, salir adelante con nuestras máquinas en las deshechas calles de los pueblos y ciudades y aguantar, al mismo tiempo, la variedad de genios de los usuarios del transporte. No es raro que se nos agote la paciencia.

Pero pienso que, al fin y al cabo, Señor de nuestros caminos, todos somos pasajeros del mismo universo; todos peregrinamos, tratando de llegar a una misma meta, nuestra felicidad. Nos hace falta ser solidarios unos con otros para hacernos llevadero el camino. Jesús, compañero nuestro desde que te hiciste uno de nosotros y pusiste tu habitación entre nosotros. Sé que tú nos llamas a seguirte en la fe, animados siempre por el amor: <>.

Señor Jesucristo, te pido en esta oración responsabilidad y cuidado en mí oficio de modo que quienes viajen conmigo se sientan bien servidos y perciban en mí algo de tu bondad. Recuerdo aquello que dijiste a tus discípulos: “Todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas” (Mateo 7,12).

Gracias, Jesús, porque, como buen Maestro, nos has señalado, con tu ejemplo y con tus palabras, que nos transmite la Iglesia, la ruta de la felicidad en el amor y el servicio entre nosotros. Dame la voluntad de dirigir mi vida por tus caminos y de ayudar a otros a encontrar también la felicidad en el cumplimiento de tu gran mandato: que nos amemos unos a otros, como tú nos amaste.