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Oración del empleado

Señor, no es cómodo ni fácil depender de otros. Tampoco me gusta estar atado, día tras día, a la misma rutina. El tedio y el aburrimiento son mi tentación.
Sin embargo, me doy cuenta que tú, Señor, nos muestras cada día tu amor al despertarnos con el mismo sol y cada noche nos cobijas con la misma sombra benévola, que favorece el descanso reparador.
Comprendo, entonces, que lo importante es el amor con que tú, Padre bueno, nos regalas todos los días un nuevo sol y todas las noches, una nueva luna.

El amor que yo siembre en cada jornada será como <> que transformará mi tarea monótona y gris. El amor de los míos y el esfuerzo por ofrecer un buen servicio a quienes lo necesiten, hará el cambio. Y la responsabilidad y la inteligencia se unirán al amor.
Entonces, mi labor ganará, sin buscarlo, el aprecio de quienes lo observen y lo disfruten. Y será verdad en mí aquello que leo en la Escritura: 'Brille de tal modo su luz delante de los hombres que, al ver sus buenas obras, den gloria a su Padre de los cielos.'(Mateo 5, 16)
Entiendo que para mí también conviene el consejo del Apóstol Pablo: 'Todo lo que puedan decir o hacer, háganlo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios por medio de él.' (Colosenses 3, 17)