¿Cómo te llamaré, oh Tú, que no tienes nombre? Aquel que salió de los abismo de tu soledad, tu Enviado Jesús, nos dijo que eras y te llamabas Padre. Fue una gran noticia.En la quieta tarde de la eternidad, mientras eras vida y fuego en expansión, yo vivía en tu mente, me acariciabas como en sueño de oro y mi nombre lo llevabas escrito en la palma de tu mano derecha Yo no lo merecía pero Tú ya me amabas sin un por qué, me amabas como se ama a un hijo único.Desde la noche de mi soledad levanto mis brazos para decirte: oh Amor, Padre Santo, mar inagotable de ternura, cúbreme con tu Presencia, que tengo frío, y a veces todo me da miedo.Dicen que donde hay amor, no hay temor; ¿por qué, entonces, estos negros corceles me arrastran hacia mundos ignorados de ansiedades, miedos y aprensiones?Padre querido, ten piedad y dame el don de la paz, la paz de un atardecer. Yo sé que Tu eres la Presencia Amante, el amor envolvente, bosque infinito de brazos. Eres perdón y comprensión, seguridad y certeza, júbilo y libertad.Salgo a la calle y Tú me acompañas; me enfrasco en el trabajo y quedas a mi lado; en la agonía y más allá me dices: aquí estoy, contigo voy.Aunque intentara evadir tu cerco de amor aunque escalara montañas o estrellas, aunque volara con alas de luz, es inútil... en un acoso ineludible me circundas, inundas y transfiguras.Me dicen que tus pies caminaron por los mundos y los siglos detrás de mi sombra huidiza y que cuando me encontraste el cielo se deshizo en canciones. Con tanta buena noticia me has tornado en un hijo prodigiosamente libre. Gracias.Y ahora derriba mis viejos castillos, las altas murallas de mis egoísmos hasta que no quede en mí ni polvo de mí mismo, y pueda así ser transparencia para mis hermanos.Y entonces, al pasar por los desolados mundos también yo seré ternura y acogida, alumbraré las noches de los peregrinos, diré a los huérfanos: Yo soy tu madre, daré sombra a los extenuados, patria a los fugitivos, y los que carecen de hogar se cobijarán bajo el alero de mi tejado.Tú eres mi Hogar y mi Patria. En ese hogar quiero descansar al término del combate. Tú velarás definitivamente mi sueño, oh Padre, eternamente amante y amado Amén.