Señor, termina el día y me presento ante Ti como el leproso del Evangelio, a ofrecerte mis acciones, fatigas y cansancios... y a darte gracias porque siempre cuidas de mi y de los míos, con tu amor providente y misericordioso. Me dispongo a descansar, pero antes deseo escuchar tu voz que me dice al oído.... Tu eres mío. Yo estoy cuidando de ti. Te necesito esta noche... abrázame y quédate a descansar conmigo.Amén.